Estocomo

Bohèmic

viernes, abril 3rd, 2009 | Barcelona, Restaurantes

Había quedado para cenar con un amigo y me apetecía algo informal. Tapeo, pero de nivel… y sin pasarnos de presupuesto. Después de barajar opciones como Inòpia, Taverna del Clínic o Sucoa, preferí la tranquilidad del Bohèmic.

A pesar de que era miércoles, menos mal que se me ocurrió reservar, ya que estos sitios parecen inmunes a la famosa crisis, y algunos potenciales comensales de mayor improvisación que nosotros se quedaron fuera. Está claro que las reducidísimas dimensiones del local (con espacio para apenas 20 personas) no dan mucho margen, pero es innegable que el local tiene éxito.

No llevábamos prisa y teníamos cosas que contarnos, así que no nos importó demasiado que tardaran algo así como 20 minutazos en tomarnos nota, y aunque forme parte del carácter sosegado del local, deberían tenerlo en cuenta para no tentar la paciencia de los no acostumbrados a ello.

Empezamos con sus bravas, fantásticas, tanto la salsa como las patatas, mucho más cerca del estilo de la vieja escuela (Bar Tomás, Inòpia) que de las nuevas versiones (Arola, Taverna del Clínic), o la vanguardista en copa del Rosal34. Puestos a comparar, no sabría con cuál quedarme, todas son más que recomendables.

Los buñuelos de bacalao, chiquititos y crujientes, tampoco estuvieron nada mal.

La otra tapa clásica (dividen su carta en tapas del siglo pasado y tapas del nuevo siglo) fue una cazuelita de callos, que fue lo que menos lució de la noche. Quizás tenía todavía muy presentes los de Freixa Tradició…

Pasando a las tapas modernas, iniciamos la sesión con el huevo mollet de pato con butifarra negra y ajitos. Servido en copa, resultó una mezcla de sabores intensa. Si no hubiera sido para compartir me hubiera parecido demasiado contundente, pero es perfecta para un mano a mano.

La pizzeta ‘no me llames Fabián llámame Paco’, en alusión al pizzero de Llívia Fabián Martín -que no ha triunfado en su aventura barcelonesa de Taxi Key-, a pesar de quedarle algo de rodaje, también apuntó buenas maneras, con un atún casi en sashimi que le daba un sabor mucho más intenso que en su formato enlatado convencional.

A pesar del aburrimiento que supone encontrarte el foie en cada carta de cada rincón mínimamente gastronómico del planeta, nos decidimos a pedir la versión a la ceniza del Bohèmic. Y no nos equivocamos. Preparado en una especie de papillot, a la brasa y con aroma de carbón. ¡Magnífico en textura y en sabor!

Acabamos con las carrilleras de cerdo ibérico con alcachofas al horno. Bien en ternura, pero algo justas de sabor. O eso, o sufrieron ser el siguiente plato al punto álgido del foie…

Algo llenos ya, compartimos también el postre, una porción de tarta tatin, con un punto perfecto en las manzanas y una digna base.

Con un par de cervezas y un par de copas de vino (¡toque de atención a la elevada temperatura del Burdeos!), algo menos de 80 euros. Aquí entraríamos en el eterno debate de la relación calidad-precio, que si por 15 euros por cabeza más haces un Rosal34, que si por 15 euros menos vas al QueTePincho, que si por lo mismo prefiero la Taverna… Eso lo dejo para cada uno. Yo creo que todos ellos tienen su momento.

Post written by Daniel Muro

Tags: barcelona, bohèmic, bravas, foie, Restaurantes, tapas

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