Il Falconiere
jueves, julio 16th, 2009 | Hoteles, Restaurantes, Resto del Mundo
En un coqueto enclave, en la vertiente de la colina que le separa de la parte antigua de Cortona, se encuentra el Relais Il Falconiere, un idílico hotel rodeado de olivos y viñedos que disfruta de una de las vistas más doradas de la región y de un elegante restaurante de cocina toscana con un toque de autor.
Aprovechando que habíamos elegido el hotel como puesto base de nuestras expediciones por la zona, hicimos un par de incursiones nocturnas en la cocina -y vinos- de la familia Baracchi.
El clima no era aún el adecuado para cenar en la terraza, así que reservamos una de las amplias mesas para dos de su romántica sala del piso inferior. La del piso superior, algo más rústica pero sin un ápice menos de encanto, quedaba reservada para unos extraordinarios desayunos de los que nos acordaremos durante mucho, mucho tiempo.
La invitación a una copa de champagne rosado, tras un cortés recibimiento por parte del maître y del camarero asignado a tu mesa, es sólo el prometedor inicio de una velada diseñada para transportar al comensal durante un par de horas a un mundo paralelo en el que los problemas no parecen existir.
Nuestra primera cena en Il Falconiere se inició con un aperitivo consistente en un pequeño -pero sabroso- salteado de gambas y setas.
Como entrante, compartimos un antipasto compuesto por unas cigalas marinadas, con infusión de jengibre, una fina lámina de pepino al tomillo y un toque de fruta de la pasión. Buena materia prima en un plato refrescante.
Como plato principal, Xocolata pidió el pescado del Tirreno, un híbrido de zarzuela y menestra, de inmenso sabor a mar y un toque de campo en forma de las verduras variadas, en el que destacaban todos sus elementos, sin sobresalir ninguno por encima de otro. Brutal.
Yo, para hacer realidad mi capricho de probar una elaboración con pasta en un restaurante de alto nivel, me decidí por los ravioli de ricotta con gambas y coulis de tomate. Magnífica pasta artesana, perfecto punto de cocción y correcta proporción de salsa. Otro sobresaliente.
De postre, el coulant… perdón, el tortino caldo, recomendado por nuestro camarero, relleno de chocolate y acompañado de una crema de melocotón -más unos leves toques de ron-, que sin hacerme olvidar el postre estrella de Bras -cosa que difícilmente pasará-, fue un postre acertado en sabor y contundencia para finiquitar una cena no demasiado copiosa (que, por otro lado, era lo que se pretendía).
Notable selección de petit-fours (atención a las pequeñas raciones de crema inglesa, pannacotta y tiramisú) y curioso método de servicio de infusiones, con un juego de relojes de arena, para que dejes infusionar las hierbas a tu gusto.
La noche siguiente, el aperitivo había cambiado (nos acordamos de que en Mas Pau no fue así, siendo precisamente el único detalle que no nos gustó de la gran cocina de Sagristà). En este caso, un pequeño flan de tortilla con crujiente de parmesano y dados de tomate.
Siguiendo la misma estructura de la cena anterior, primero a compartir, decantándonos esta vez por una descomunal crema de alubias blancas sobre lecho de espinacas frescas.
Los segundos, un tierno lechón al horno con flores de romero (sabrosísimo fondo de carne y reducción de whisky) y otro de los platos estrella de nuestra estancia en Il Falconiere, la cazuela de pato con albaricoques y especias toscanas, servido en dos cocciones: el muslo en confit y la pechuga, rustida con un toque de hinojo.
De postre, I Tre Formaggi, un helado de caprino, un semifrío de mascarpone al perfume de romero, y un rollito de ricotta al limón. Correcto, aunque disfruté menos que con el resto de la cena.
Pero no sólo el aperitivo había cambiado de un día a otro, sino que los petit-fours -a exceción de un par de ellos- también eran diferentes (destacó la crema de café).
Acompañando ambas cenas, muy buena selección de panes -de los que probamos, yo me quedé con una esponjosa focaccia y Xocolata destacó los grissine a las hierbas-, y correcta mantequilla, más dulzona de lo habitual. De los vinos escogidos, a destacar el Smeriglio, un buen sangiovese al 100%, elaborado por la propia familia Baracchi -DOC Cortona, por tanto-. ¡Si es que además hacen buenos vinos…!
Extraordinario, justifica con creces sus múltiples galardones, estrella Michelin incluida. Altamente recomendado para escapadas románticas.
Post written by Daniel Muro
1 comentario to Il Falconiere
[…] en un restaurante, superando incluso a los delicados ravioli de ricotta con gambas de mi añorado Falconiere -¡uff, qué ganas de […]
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