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Cercle d’Amics

viernes, febrero 3rd, 2012 | Barcelona, Restaurantes

Cercle d’Amics lleva abierto poco más de un trimestre. En ese tiempo, ha tenido ocasión de generar un par de crónicas positivas de plumas exigentes (Brillat Savarin y Observación Gastronómica). Más que suficiente para despertar mi curiosidad y saberme exitoso de la elección.

Reserva previa y allí nos plantamos, un martes cualquiera a poco más de las nueve. La asistencia algo floja, con apenas un par de mesas más, aunque nos cuentan que la cosa cambia en fin de semana y, sobre todo, los mediodías, cuando disponen de un menú alrededor de los 16 euros.

En la sala, agradable decoración actual, mesas amplias, y una pequeña zona de barra por si nos da por acabar la noche con unas seductoras mezclas. El equipo de sala, discreto, atento y amable. En cocina, Jani Paasikoski, con bagaje en varios fogones de renombre y la reciente experiencia de Etapes -otra buena opción del Eixample-, que defiende una carta bien compensada y básicamente mediterránea, con acertados guiños a los fogones catalanes, a la que, a priori, sólo se le puede achacar el protagonismo de algunos elementos de moda en la culinaria barcelonesa actual.

Mientras dábamos buena cuenta del trío de snacks, decidimos que no se echa en falta un menú degustación si, como es el caso, se lo puede configurar uno mismo a base de medias raciones. Nos decantamos por esta opción, celebrando las expectativas aportadas por un buen aperitivo de la casa consistente en una exuberante crema de guisantes con esqueixada de bacalao.

Primer bombazo con el foie-gras de pato de la granja Can Manent -¡un grande sin ruido!-, un escalope de foie bañado en caldo de escabeche oriental. Delicadeza por los cuatro costados, en textura y paladar. Sutileza de innegable inspiración Dos Cielos. Y salvando las distancias, tampoco pude evitar acordarme del bestial foie vegetal de Quique Dacosta bañado en caldo dashi.

Pasamos al huevo de Calaf a 62 grados, cocido a baja temperatura, con setas salteadas, servido en un consomé de jamón ibérico. Perfectamente ejecutado y de buena intensidad, tanto olfativa como gustativa, de caldo y setas.

Pescado a cargo del atún rojo del Mediterranéo, también con apellido célebre, en este caso del linaje de los Balfegó. La cocción del lomo, en teoría poco hecho, sucumbió a nuestra larga conversación mientras disfrutábamos del huevo, y acabó llegando un punto por encima de su mejor momento. Nada grave. Además, un muy buen tomate confitado, un sabroso cuscús de coliflor y diversas notas cítricas -¿también algo de jengibre?- conjuntaban un muy buen plato.

Nos vamos hasta Aranda con el cordero lechal, deshuesado para vagos, meloso y con recubrimiento crujiente de pasta brick. Bien apoyado en una salsa ligera de chalotas, y servido con una catalanísima quenelle de trinxat de col y patata.

El toque dulce, sin serlo en exceso, el de la mousse de chocolate, más que correcta, con el exótico acompañamiento de una macedonia de granada, quicos recubiertos de chocolate, naranja -¡algo floja de sabor, lástima!- y un conveniente toque de aceite.

En las copas, además de una buena cristalería, la amabilidad frutal de Camins del Priorat (2010), ese seguro del crack Álvaro Palacios, a excelente precio. Y respecto a los complementos, buen pan, de miga esponjosa pero consistente, perfecto para el hojiblanca de Baena y las escamas de sal, presentes en la mesa todo el ágape. Se agradece.

La minuta, de poco más de 50 euros por cabeza, vino incluido, pareció correcta.

Si siguen así -y la suerte les acompaña, que buena falta hace en los tiempos que corren-, el próximo martes que quiera ir a Cercle d’Amics no será tan fácil encontrar mesa. Hay que seguirles de cerca.

Post written by Daniel Muro

Tags: barcelona, cocina mediterránea, eixample, foie, jani paasikoski, Restaurantes

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