Dime
viernes, marzo 30th, 2012 | Barcelona, Restaurantes
Dime es un nuevo proyecto de restauración en el que me fijé especialmente al enterarme de la participación de David Reartes, que ejerce en la dirección gastronómica del local. Conocí a David en Blanc de Tòfona, donde bordaba una cocina de platillos, de innegable base tradicional, acertadamente actualizada en técnicas y conceptos y, para más inri, a muy buen precio. A pesar de las buenas perspectivas, el proyecto acabó antes de lo previsto, dejándome sin uno de mis locales de referencia en ese estilo de cocina.
Apenas un par de años después, David se sube al carro de Dime, un espacio de cuidadísimo diseño, elegante, con una atmósfera especial, que favorece la desconexión -momentánea, al menos- del día a día.
Llegamos unos minutos después de las 9, y las pocas mesas que quedaban libres fueron llenándose casi en su totalidad en apenas media hora, así que no cabe duda que la labor de medios se ha hecho bien. Faltaba comprobar el resto de labores.
Un pequeño snack a cargo de un panecillo de parmesano amenizó el estudio de las cartas. La de vinos, valiente, con referencias tan raras de ver como las del champagne Salon o el mito bordelés de Petrus, a 2.500 eurazos la unidad. Nosotros nos conformamos con la burbujeante vitalidad y la buena acidez de Camí del Sot, una de las últimas incorporaciones de las bodegas Castell de Sant Antoni.
A pesar de que el tamaño de las mesas para dos no permite grandes alegrías, con la colocación adecuada de los elementos sí que permiten compartir algunos platos, así que nos decidimos por esta modalidad fraternal.
Para empezar, las croquetas. Imposible no pedirlas si se han probado las que David hacía en Blanc de Tòfona. Éstas son distintas, redonditas y con relleno de setas y jamón, pero sin duda mantienen el exigente listón de sus predecesoras, entrando sin problemas en el top-10 croquetil de la ciudad.
De las sugerencias fuera de carta nos decantamos por la ensalada de tomates diversos y sardina marinada. Bien por el despliegue tomatero, todos en buen punto de maduración, y mejor aún por la sardina. No tan bien la desproporción vegetal-animal, que obligaba a dividir en pequeños trocillos los filetes de sardina para poder combinarlo con sus socios de plato.
Nos interesamos también por el pulpo soasado, otro de los ingredientes fetiche de David, con unos generosos y crujientes dados de panceta ibérica, y todo regado por un caldo dashi. Bien, bien…
También gustó el huevo, en dos cocciones, una inicial a baja temperatura y un acabado a modo de fritura express. En la base, un cremoso de patata con un de toque trufa y, en el contraste de texturas, unas finas patatas paja coronando el plato con la ayuda de unas virutas de ibérico. ¡Cuidado si se sirve junto a otros platos, que pierde mucho si se queda frío!
El último de los salados triunfó más que ninguno. Los canelones de rabo de toro lucieron tanta contundencia como melosidad. El mérito, de la delicadeza del shitake. El toque de albahaca aportaba un punto de frescor y aroma. La pasta, también excelente. Un plato redondo.
Pasamos a los postres con el cheescake, correcto aunque sin alardes, bien conjuntado con un helado de frutos rojos y el regalo escondido de una mora fresca.
Me gusta que te dejen en la mesa el aceite y la sal. Aquí lo hacen. La sal, en escamas, y el aceite, arbequino de Basilippo. Dúo indispensable para disfrutar del buen pan de Triticum, que probamos tanto en versión rústica como en coca con tomate.
Junto al cava, una botella -de diseño, por supuesto- de Diuco, incolora pureza de la Patagonia, y una Heineken como aperitivo, que mi acompañante permitió retirar casi como había llegado, sin apenas espuma -hubiera sido de justicia interesarse por la devolución-.
En conjunto, una muy buena opción para una cena de platillos con buen criterio y materia prima en consonancia, en un local chic diferente y con clase. Respecto al precio, sin poder ser calificado de ajustado, no está fuera de lugar. Nuestra cena salió ligeramente por encima de los 50 euros por persona. Eso sí, si tenéis 2.508 euros que no sabéis en qué invertir, no dudéis en ponerlos en un mano a mano de croquetas y Petrus.
Post written by Daniel Muro
2 Comments to Dime
Buen artículo Dani, me apunto esta recomendación como buen amante de la cocina de David en Blanc de Tófona. Tengo un gran recuerdo de sus croquetas y sus navajas a la plancha con toque de lima… 😉
6 abril 2012
Hola, Gerard !
Me alegro de verte por aquí.
Es la cocina de David en un entorno glamouroso. Por cierto, las navajas nos las ofrecieron fuera de carta. Me las guardo para la próxima…
Salut !
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