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Gaig (II)

lunes, diciembre 10th, 2012 | Barcelona, Hoteles, Restaurantes

Tenía pendiente una deuda sentimental con el elegante buque insignia de Carles Gaig, ya que fue allí donde tomamos la decisión de buscar descendencia gourmet -además de las pensiones, hay que garantizar el futuro del blog…-. Prometimos volver para celebrar el éxito de la misión.

Con el objetivo felizmente cumplido, volvimos al primer piso del Hotel Cram casi tres años después. La misma mesa que en la última visita le dio cierta gracia adicional al evento. Como entonces, dejamos a un lado las opciones de menú para configurarnos una cena a medida.

Mientras deliberamos sobre el vino entran los snacks, unas galletitas de hojaldre y aceitunas negras, unos crujientes de parmesano, un par de buñuelitos de bacalao -muy buenos, recuperando el nivel perdido en mi última experiencia- y unas sensacionales croquetitas de asado que me recordaron el excesivo tiempo que hace que no paso por la Fonda Gaig.

Como entrantes de cortesía, un pastelito de membrillo con una suave y gelatinizada crema de queso azul, y una muy buena crema de calabaza con el contrapunto de unos pequeños dados de butifarra negra.

Compartimos como entrante uno de los tartares de Carles -siempre presentes en la carta y siempre una gran opción-. En este caso, dimos buena cuenta del de atún blue-finn, extraordinariamente meloso, acompañado de una ensalada de espinacas frescas y granada -hay que aprovechar, que pronto acabará su temporada-.

Entramos en el festival de la gamba en tres servicios. Un minimenú degustación homenaje al sabroso crustáceo -de Palamós el que nos ocupa-, con una primera elaboración en carpaccio, muy fresco, rociado por un aceite enriquecido con el jugo de sus cabezas y combinado con un caviar de azafrán -quizás con menos hubiera sido suficiente para marcar el sabor-.

En el segundo acto, el más natural, las gambas se presentan cocidas con agua de mar, de sabor puro, solo acentuado por el toque ligeramente yodado por su envoltorio de algas wakame. Y para el servicio final, el suquet, estofadas, de excelso fondo, custodiadas por unas patatitas amorosas como pocas y un nuevo toque de azafrán.

A pesar del elevado despliegue gambil, el plato estrella fue el arroz, absolutamente descomunal, en formato de risotto de trompetes de la mort y trufa negra… y más trufa negra rallada en la mesa. Impresionante potencia gustativa de un arroz de impecable punto y aroma desbordante. Sin duda, el mejor del año junto al meloso de gambas de Paco Pérez en la Enoteca.

Prepostre de crema de yogur, someramente endulzada con una suave compota de caquis, y postre oficial bautizado como frutos rojos y lácteos, que resultó una elegante y más que agradable composición de fresas, frambuesas, yogur, nata y un toque de menta.

Apuramos nuestro Gewürztraminer 2007 de Marcel Deiss -¡buen elaborador de terroir, cómo me gusta su St. Hippolyte!- con un correcto trío de petit-fours formado por un pequeño polvorón crujiente, un financier de té verde y una golosa nube de fresa.

Incluyendo agua y panes -de auténtico vicio el blanco al rociarlo con unas gotitas arbequinas de Veá-, y con un servicio de alta escuela y tremendamente discreto -al que sólo le faltó la explicación de algún plato-, minuta rozando los 100 euros por cabeza.

Probablemente no era el mejor de los días para llenar, ya que era inicio del largo puente de la Constitución, pero lo cierto es que sólo una tercera parte de las mesas estaban ocupadas. Demasiada penitencia para un restaurante que hace muchos años que está entre los mejores de la ciudad.

Promesa cumplida con gusto.

Post written by Daniel Muro

Tags: arroz, barcelona, carles gaig, eixample, estrella, fonda gaig, gambas, hotel cram, michelin, Restaurantes

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