Estocomo

Rosal34

lunes, abril 6th, 2009 | Barcelona, Restaurantes

Ayer le tocó el turno al Rosal34. Tras mi cercana visita al Bohèmic, puede parecer que me haya pasado a propósito por el Rosal34 para comparar. Nada más lejos de la realidad. Fui simplemente a disfrutar del tapeo de uno de mis locales favoritos a tal efecto, que para eso nunca hacen falta excusas.

Hasta ahora, todas mis visitas se habían resuelto con el menú degustación, así que en esta ocasión nos decidimos por seleccionar sobre carta y confeccionarnos nosotros mismos el menú.

Empezamos con unas aceitunas de kalamata. Correctas, con un leve aliño de aceite, pero a pesar de pedirlas a  menudo en restaurantes y paradas de mercado especializadas, sigo sin encontrar nada parecido a las de esta misma variedad que sacan como snack en Àbac.

La primera tapa -que ilustra la imagen de cabecera del post- fue el bacalao, en dados, con tomate, olivada y cebolla. Delicioso, perfecto en punto de sal, y meloso al límite.

Éramos 3 y todo lo escogimos para compartir, pero no pudimos evitar pedirnos una brava en copa para cada uno. ¡Me encantan! Cada vez que he pasado por el Rosal34 las he probado y sigo sorprendiéndome como el primer día. Cremosa, suave, ligeramente picante, evocadora…

Pasamos a los espárragos trigueros con queso de cabra gratinado y reducción de vinagre de Módena. A pesar del lastre de ser el siguiente bocado tras el bacalo y la brava, no se quedaron atrás. Punto de cocción al dente que dejaba intacto el sabor del espárrago y correcta proporción de queso.

Continuamos con la fritura de llangueta con huevo. Era una de las recomendaciones externas a la carta y, aunque nos gustó -el rebozado excelente, el punto del huevo no tanto-, creo que me equivoqué al cambiarlo a última hora por el salteado de chipirones con setas y huevo poché, otro de los clásicos de la carta y uno de los platos más completos del recetario Rosal.

El último plato fue un buen roast-fish de ventresca de atún, crujiente por fuera y casi crudo por dentro, con guarnición de puré de benjena ahumada y un agridulce de frambuesa algo escaso para el generoso tamaño de la ración de ventresca.

En los postres, tanto el coulant de chocolate negro como el flan chino estuvieron bien, aunque he de reconocer que disfruté más con los salados que con los dulces.

Con un total de dos copas de vino blanco y una copita del vino dulce Par (por cierto, buenos precios en la extensa carta de vinos de postre), 98 euros a repartir entre 3. Es, con diferencia, el día que he pagado menos en el Rosal, pero se dio la circunstancia (no lo buscamos) que nuestras elecciones estaban entre las opciones más económicas. ¡Mejor!

Y, como siempre, mención especial al trato, que siempre que les he visitado ha sido ejemplar.

Post written by Daniel Muro

Tags: barcelona, bravas, Restaurantes, rosal34, tapas

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