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La Mar Salada [2019]

miércoles, junio 19th, 2019 | Barcelona, Restaurantes

La Mar Salada de Marc Singla es uno de los pocos valores refugio de la Barceloneta que tengo en cartera. Y es que, a pesar de ser una zona con profusión de oferta culinaria, es uno de las barrios de Barcelona en los que menos me atrevo a aventurarme gastronómicamente, al menos sin orientación previa de confianza.

El éxito de convocatoria de La Mar Salada es evidente ya antes de alcanzar los dominios de su terraza. Damos gracias de la reserva previa y, sorteando la cola de los que no disponen de ella, subimos al comedor del primer piso, sobrio, más amplio que el inferior, con generosa luz natural y amplios ventanales con controvertidas vistas al descomunal campamento de cientos de manteros que las autoridades barcelonesas tienen a bien consentir en el Passeig Joan de Borbó.

Peculiaridades políticas aparte, nos centramos en la carta, repleta de elaboraciones muy reconocibles a pesar de firmarla un exBulli del nivel de Singla, y optamos por el clásico formato dominguero -y que dure- de picoteo inicial a compartir, para acabar con un buen arrocito.

Así, enseguida llegan los chips de alcachofa, en buena fritura, crujientes y sin una gota de exceso de aceite. Y unas ostras, del Delta y en generoso calibre, con un aliño acevichado que conocí hace años como sugerencia del día y que ya se ha convertido en un clásico del local.

Espléndidos, los mejillones de roca al vapor, de tamaño medio, agradablemente aromatizados con un toque de romero, y de amabilísima textura.

La cocina creativa habrá perdido un magnífico representante -Marc es artífice de recetas como la de la famosa tortilla deconstruida-, pero la cocina marinera de la Barceloneta ha ganado un cocinerazo, y el arroz de gamba roja y berberechos luce un fondo estupendo y un punto perfecto, tanto en la gramínea como en sus complementos. La paellera en la mesa obliga a repetir.

Albert Enrich, que tampoco es manco, firma la pastelería, de la que sondeamos un cheescake con sorbete de mango que juega con texturas, y nos hacemos fuertes con un muy buen lemon pie, también acompañado de sorbete, en este caso de mandarina.

Me gustan los vinos dulces. Cada vez se ven más referencias de calidad, y valoro aquellos restaurantes que disponen de varias propuestas para maridar los postres. La Mar Salada ofrece 4 o 5 a copas, de los que nos quedamos con el archiconocido Tokaji Oremus Aszú, en su versión más básica de 3 puttonyos, pero siempre satisfactorio.

Y es que la carta de vinos, sin grandes alardes, cumple. En nuestro caso, el arroz de Singla encontró buenos aliados en los longevos viñedos orgánicos de Vendrell Olivella, cuya larga crianza de su Brut Nature da un estupendo cava de burbuja fina, elegante y con buen equilibrio entre notas tostadas y frutales.

En resumen, cocina marinera tan reconocible como ejemplarmente ejecutada, y un nivel de postres que para sí quisieran muchos restaurantes de la considerada gama alta. Unido a una relación calidad-precio adecuada (45 euros por cabeza en nuestra sesión), la conclusión está clara… pero no os olvidéis de reservar.

Post written by Daniel Muro

Tags: albert enrich, arroces, barceloneta, cocina marinera, marc singla, ostras, pescados

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