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Passadís del Pep [2020]

martes, febrero 18th, 2020 | Barcelona

Ahí sigue. Discreto, sin cartel ni reclamos, casi escondido, atravesando el estrecho pasillo que separa un portal como cualquier otro de Pla de Palau de la recepción del mítico Passadís del Pep. En una época en la que los restaurantes luchan por alcanzar el lustro de subsistencia, ellos acaban de cumplir nada menos que 40 años. Ahí es nada. Joan Manubens hijo tomó las riendas hace 3 años, tras el fallecimiento de su padre, pero la filosofía de la casa se mantiene intacta.

Conocí este restaurante cuando era un chaval, cuando mis padres me trajeron por primera vez, para conocer un local por el que pasaban no pocos personajes de relevancia de la época y que, además de por la calidad de sus pescados y mariscos frescos, se había hecho famoso por no disponer de carta, dejando la elección del festival en manos de Joan y de lo que ese día hubiera encontrado en el mercado… Lo que hoy llamaríamos un menú degustación de mercado, vamos.

Cuatro décadas después, poco ha cambiado en este sentido y el espíritu y virtudes de El Passadís del Pep siguen siendo los mismos. No tanto los espacios, que pese a mantener su estética ochentera -con abundancia decorativa, que no descuidada-, ha ido conquistando comedores a la finca anexa para ganar aforo.

Y allá vamos. No llevamos ni 30 segundos sentados cuando se abre la sesión con copas de cava y, cómo no, con unas bombas de la Barceloneta de picante razonable. Y la ensalada -algo ligero, para engañar-, sencilla, pero poco más necesita un estupendo tomate y una buena ventresca con un aliño a la antigua usanza.

La prolífica cuota de marisco se inicia con las almejas, muy frescas, como todo lo que vendrá, en buen punto, al vino blanco y con jamón ibérico.

También luce la gambita de cristal de Huelva, en impecable fritura y acompañadas de pimientos de Padrón.

Y diría que más aún unos extraordinarios calamarcitos a la plancha, mórbidos, muy jugosos.

Paréntesis marisquero con las habitas de la foto de cabecera, muy tiernas, con butifarra negra, con sus jugos nitidos pero intensos, en un conjunto para nota.

Bien las cigalas, aunque no tanto la cebolla confitada, poco hecha, en lo que será el único desajuste en la cocción de toda la sesión, porque las gambas de costa, a la plancha, son irreprochables.

Pero el productazo de El Passadís no solo llega del mar. Elegimos continuar -en este punto el comensal ya decide- con el chuletón, de considerables dimensiones, incluso para los 3 presentes, y muy poco hecho, perfecto para lucir su extraordinaria calidad… ¡Hay mucha vida más allá del wagyu!

Y las patatas que lo acompañan, amorosas es poco, merecen más rango que el de guarnición.

Vamos ya algo al límite, y más al ver la generosa ración de nuestro trío de postres. Triunfa la crema con fresones, todo un clásico del local; no desmerece un muy buen tiramisú -aunque sigo empeñado en mi cruzada contra la habitual poca presencia del amaretto-; y convence algo menos la tatin de manzana, en una versión de masa algo abizcochada.

Durante el recorrido, por las copas pasan dos blancos de 2017, ambos con un buen trabajo en sus meses de madera. Del Penedès a la Terra Alta: del agradable y equilibrado bouquet de frutas y hierbas del Xarel.lo de Pardas, al cremoso Edetària Selecció Blanc, con una atractiva salinidad floral que atenúa su volumen.

Sin cafés, pero con aguas y la invitación a las copas iniciales de cava y los digestivos finales, homenaje de 125 euros por cabeza.

Quien tuvo, retuvo.

 

Post written by Daniel Muro

Tags: born, chuletón, habitas, joan manubens, marisco, pescado

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