Estocomo

Libentia

domingo, agosto 16th, 2009 | Barcelona, Restaurantes

En el que fuera local de Ot, una de las recientes bajas del panorama gastronómico barcelonés, inicia su andadura Libentia, con sala de estética muy Gresca, y bajo la batuta de un interesante cuarteto de jóvenes expertos, con antecedentes en cocina y sala de restaurantes de relumbrón.

La recomendación de una de mis fuentes más fiables me alertó sobre la apertura de Libentia y el prometedor buen hacer de su equipo así que, aprovechando que son de los pocos restaurantes de Barcelona que no están de vacaciones, allí nos presentamos.

Para comprobar de qué son capaces los chicos de Libentia, elegimos su menú degustación, de 6 platos (2 de ellos postres), por 39 euros.

Empezamos con la ensalada de mollejas y ostras. Excelentes sinergias entre protagonistas, con un buen toque de manzana escalivada y anisados. Por ponerle un pero, la proporción de escarola podría reducirse sin que el plato se viera afectado. Un buen inicio.

Seguimos con un toque de lo más Saüc: las vieiras con papada, emulsión de garbanzos y una infusión de tomillo (¡qué recuerdos de esa grandísima papada con calamar y alcachofas de Xavier Franco!). Correctos puntos de cocción, especialmente la papada, gran aroma y equilibrio en boca del conjunto. Un resultado redondo.

El pescado incluido en el menú era la ventresca de atún, sobre lecho de cerezas, cebolla confitada, aceitunas y puré de coliflor con citronela. Aquí no hubo tanta unanimidad y, a pesar de mi gran afición atunera, a mí me gustó algo menos que a mi inestimable partennaire Xocolata. El contraste ácido-dulzón de las cerezas le sentaba la mar de bien, pero quizás fuera que el plato no llegó a la mesa tan caliente como le viene bien a este tipo de preparaciones, o que hubiera preferido una ventresca un poco menos hecha (tirando más a tataki).

Y antes de pasar a los postres, la carne: la terrina de cochinillo con pomelo, manzana y calabaza. Desmigado a mano, sin compactar más de lo debido para mantener en punto óptimo la relación magra-grasa, crujiente en el exterior y meloso, casi sedoso, en el interior.

Ahora sí… ¡vamos a los postres! El primero, la babá -excelente- a la caipirinha, con espuma de naranja -me hubiera bastado con menos- y helado de coco. Goloso, refrescante y el toque exótico de la caipirinha. El segundo postre, el esponjoso bizcocho de cacahuetes al microondas (toque adrià-bulliniano que borda Albert Raurich en su genial Dos Palillos), en este caso contrastando texturas con un helado de mango, el semicrujiente de cacao y un mullido toque de aceite de oliva.

Si todo esto no os ha convencido, bodega resultona de unas 40 referencias, a precio de tienda más 4 euros en concepto de descorche. Maravillosa política de vinos, ¡cuántos buenos caldos se consumirían si cundiera el ejemplo…! ¡Y encima en sala libre de humos!

Ante la poca efusividad de Xocolata sobre mis iniciales intenciones de disfrutar de un burbujeante champagne, el plan B pasaba por Austria, con un Schloss Gobelsburg en el que una sutil acidez atenuaba con gracia el habitual punto dulzón de estos blancos.

Panes de Triticum, uno de los proveedores de pan que mejor ha sabido hacerse un hueco entre los restaurantes de nivel de Barcelona, y brutal focaccia con aceite del Forn Trinitat.

Y todo en poco más de un mes. Libentia apunta alto, hay que seguir su evolución.

Post written by Daniel Muro

Tags: barcelona, cocina creativa, ot, Restaurantes

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